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miércoles, 5 de noviembre de 2003

. ¡Por fín un momento de respiro!. Aveces la cosas vienen así, tan de repente que no te dan tiempo a reaccionar. Pero todo pasa, al menos esa es la esperanza que tengo. Un breve consuelo: una comida entre amigos el pasado domingo. En un momento dado, en medio de una conversación intrascendente, noto como pasa un angel y me deja con la mirada perdida, deteniendo el tiempo. Por un instante, no hay nada a mi alrededor, tan solo el silencio. Mis ojos miran, sin ver, hacia el horizonte, allá donde se funden el rojo de las nubes de un magnífico atardecer de otoño y el azul intenso del mar. Y me encuentro a gusto. Paz y Silencio. Un instante, casi perfecto. A pesar de eso, tengo, hace ya mucho, una obsesión: "Cada día estoy más loco, y más lejos de la gente. Todos me aburren e irritan, pobrecitos inocentes. Me refugio en el trabajo, intentando echar p'alante. Tras una dignidad que yo ya perdí para siempre" (Gato Pérez).

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