miércoles, 24 de diciembre de 2003
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Dias muy agitados. Pero entre tanta prisa, me fijo en los ceros. Y reflexiono sobre los distintos tipos de ceros.
Están los ceros redonditos [O], rodantes como bolas, satisfechos con su destino que solo miran a su interior vacio, cuando no hay nada más alrededor que mirar. Viven la vida sin sobresaltos, conformes con lo que les ha tocado en suerte, y sin más anhelos que sobrevivir.
Y luego están "los otros" ceros [0], quizá un poco más estirados, que ruedan por el mundo con dificultad, tropezando, los muy obstinados y que se empeñan en mirar hacia dentro, hacia ese vacio insustancial del que están hechos. Separados de la nada y del infinito, por la delgada línea que les dá la esencia. Y se preguntan si no valdrá la pena rellenarse con algo más sustancial. O quizá estirarse para llegar a ser unos, o cerrar su cintura y convertirse en ochos, tan monos con sus dos pequeños vacios.
Al menos, creo yo, esos ceros estirados, se preguntan cosas y entre tanta insustancia de sus primos (los redondos) no se conforman y siguen dando sabor al caldo de la vida. O al menos, eso es lo que me gustaría creer.
Por lo demás, todo sigue igual, pero creo que este cero ha dado con un vacio mayor que el que él mismo contiene.
Espero que el año nuevo (que tiene dos ceros) sea un poco menos atropellado. Que los problemas (que los habrá), al menos vengan de uno en uno.
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