Ha sido un larrrrgo puente. Hacía mucho que no podía "enganchar" mas de tres días seguidos de descanso,además en el pueblo. Esperaba largos paseos, me llevé un libro y algo de trabajo (poco), pero como suele pasar, uno dispone y los demás hacen lo que les da la gana.
Al final casi me he alegrado de volver al trabajo. El coche y el tráfico de la ciudad, los clientes con sus quejas, en fín la rutina conocida. Pero al llegar al despacho, me aguardaba una sorpresa...
Agazapados detrás de la puerta estaban (juntos) todos los marrones que no había podido despachar a lo largo de esta semana. Me ha parecido verlos físicamente. todos ellos juntos y organizados, abalanzándose sobre mi, los muy cabrones. Nada de venir como está mandado, de uno en uno y a cara descubierta. Todos a una y encima de mí. He visto pasar delante de mis ojos ese anuncio donde se publicitaba un sorteo y salían miles de pequeños duendecillos que había que atrapar.
Me ha costado, mucho. y solo me he librado porque he pedido refuerzos que me han sacado de esa trampa en la que se había convertido el despacho. Mañana, seguro que siguen allí. Lo único positivo es que mañana, ya quedarán menos. Eso espero.
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