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miércoles, 26 de junio de 2013

Bibliotren.

Menuda y aseada, cada mañana sube en la primera estación, a la misma hora, cargada con una caja. Se sienta en su sitio y abre el cofre de sus tesoros.

Dentro, ordenados, están los libros que presta a los viajeros. Bibliotecaria jubilada, cada uno lleva un marca páginas donde está el nombre del lector actual o uno verde que indica que está libre. Es costumbre que el viajero coja cada día el libro que está leyendo y al terminar, lo deje en la caja con una pequeña muestra de agradecimiento entre sus páginas y una sonrisa para ella.




Microcuento presentado al VII certamen de relatos breves de Renfe Cercanías de Madrid.

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