He de confesar que la pregunta tan directa, tan sincera, me ha sorprendido. Acabamos de dejar a tus hijos en el colegio, después de recogerme en mi hotel, tal y como habíamos quedado. Muy majos los gemelos, tan parecidos y, sin embargo, tan diferentes.
La idea de aparcar lo mas cerca de la puerta para que la pandilla de MILF's cotillas, me pudieran repasar a gusto, ha sido idea mía. Así tendrán de que hablar durante una temporada. A ti te ha hecho gracia y la verdad es que ha sido divertido. Ha sido por eso también, por las risa que nos ha dado al provocar esa situación divertida, por lo que me ha sorprendido tu pregunta tan directa. La has hecho mientras estirabas nerviosa la falda de tu precioso LBD a la vez que le dabas vueltas a las llave del coche, sin mirarme directamente, observando por el espejo retrovisor por si alguien nos miraba.
No he contestado. Me he quedado mirándote fijamente, esperando que levantaras la cara. Al no hacerlo, te he cogido la barbilla con suavidad y te he obligado a mirarme.
Cuando he visto tu mirada, solo he dicho:
- Vamos a tu casa.
Tu has sonreído tímidamente, y has arrancado. En el corto trayecto no hemos dicho nada ninguno de los dos, no hacía falta. Llevábamos mas de dos años conociéndonos casi a diario, dándonos los buenos días y las buenas noches. Interesándome por las botas de los gemelos y tu preguntando por mi trabajo. Ya habíamos hablado, de casi todo, bastante.
Me he quedado de lado, mirándote. Observando el tirante de tu sujetador negro, los pendientes de plata. El moño que te has apañado en un momento con un palillo chino. Se nota que te has puesto guapa, el leve tono de color en las mejillas, el brillo en los labios...el vestido que te queda tan bien. Los dos esperábamos hace tiempo que llegara este momento, y este seminario había sido la excusa perfecta para romper el anonimato.
- Que miras? - me preguntas.
+ La forma de tu cuello, me encanta. Parece estar diciendo: "muérdeme" - contesto riéndome.
- Mira que eres payaso. Me dices, en un falso reproche.
+ Mira que te gusta. Le digo yo... Y otro silencio lleno de miradas y con mi dedo acariciando ese cuello. Dedo que tu no rechazas...al contrario. Lo agradeces, entrecerrando los ojos y mordiéndote ligeramente el labio.
- Ya hemos llegado. Anuncias al poco.
+ Entramos? - propongo yo.
- Mira, yo... Empiezas a intentar explicarte, pero te interrumpe mi dedo índice posándose, decidido, en tus labios.
+ No digas nada aquí. Entremos.
Me obedeces en silencio. Sacas la llave y salimos del coche. Te dejo pasar delante disfrutando de tus andares. Mientras nos acercamos a la puerta de tu casa, rebuscas las llaves en tu bolso y me miras mirarte de reojo. Sonríes. Sabes perfectamente que ese vestido te sienta muy bien. Llegamos a tu puerta, abres, y yo dejo que pases delante.
Cuando entro yo detrás, rápidamente empujo la puerta con el pie mientras te cojo de brazo y con la mano que me queda, dejo caer mi cartera al suelo. Al oír el ruido, te giras y me miras, sabes que no hace falta decir nada. Te dejas coger. Dejas que te quite el bolso y lo aparte con el pie, cojo las llaves y las dejo sobre la mesita de la estrecha entrada. Tu no puedes dejar de mirarme fijamente mientras me acerco todavía mas y te empujo suavemente con mi cuerpo contra la pared.
Cierras los ojos y ronroneas cuando hundo mi cara en tu cuello. Me coges la cabeza, pero yo no te dejo. Te cojo tus manos con las mías y las alzo hasta hacer que tropiecen con la pared. Estas atrapada, y te gusta, lo leo en tu mirada. Me quieres morder, pero no te dejo, me separo ligeramente , y entonces te hablo, mirándote a los ojos, muy serio:
+ No.
- No que? Me preguntas, mientras te revuelves, queriendo soltarte.
+ No quiero follar. - te digo suavemente al oído, mientras mi lengua recorre tu cuello, y mi cuerpo no te deja mover.
- Pues menos mal... - dices riéndote.
+ Te lo estoy diciendo en serio - contesto. - No me conformo con ser uno mas. Te intento explicar mientras me acerco un poco mas y tu me rodeas con una de tus piernas, notando mi sexo excitado a través del pantalón. Una sombra de duda pasa por tu mirada mientras tratas de averiguar si quien miente es mi boca o es mi cuerpo, aunque que claramente puedas notar que se muere por ti.
- Tu polla no dice lo que dicen tus labios.
Y entonces te beso por primera vez.
Es ese beso. El tantas veces soñado, el que reúne en unos segundos tantas horas de conversación, tanto llanto, tanta comprensión.
El que te afloja y hace que tengas que bajar la pierna que me apretaba y apoyar el culo contra la pared, para mantener una mínima dignidad. El que te marea y te hace sentir la mujer que tu quieres ser. Ese beso. Tímido y húmedo. Sexi y cariñoso. Con las lenguas imperiosas, reclamando su ración de deseo. Con las respiraciones acompasadas, el resumen de todos nuestros deseos cumplidos.
- Joder! - exclamas cuando paramos para poder respirar... Y tu dices que no quieres follar? Que pasará cuando quieras?
+ No he dicho eso. Lo que te quiero decir es que no quiero, solo, follar contigo.
Quiero poseerte, en cuerpo y alma. Quiero que seas mía y que tu sientes que quieres serlo.
Quiero, que pasado un tiempo, cuando estés en la cocina cortando patatas, tengas que sentarte porque las rodillas te flojean, solo por el recuerdo de este encuentro.
Quiero grabar en tu piel mi aroma, que me lleves dentro de ti, quiero que poseas hasta mi sombra. Que te la quedes, para que siempre te haga compañía. Te quiero toda y entera para mi, a pesar de que no podamos estar juntos. Quiero que sea quien sea tu compañero en ese momento, nadie pueda entrar en la habitación que me guardarás en tu corazón. Quizá nunca mas volvamos a tener esta oportunidad...solo quiero ser tu mejor recuerdo.
Mientras te digo esas cosa bajito al oído, mi mano ha ido subiendo, intrépida exploradora, por tu pierna, buscando el centro de nuestro pequeño universo. No me hace falta mirar a otro sitio mas que a tus ojos ni atender a otro sonido que el de tu respiración agitada cuando mis dedos entran por debajo de tus braguitas comprobando que estas completamente mojada. Un leve estremecimiento te sacude al notar mis dedos entrar despacio dentro de ti, eso me anima a seguir acariciándote, sin dejar nunca de mirarte.
Te has quedado con las dos manos arriba y mi cuerpo empujando al tuyo contra la pared. Mis labios recorriendo tu cuello, y mis dedos buscando tu clítoris, conforman un cuadro del cual ninguno de los dos queremos salir. Noto tu pecho subir y bajar cada vez mas rápido, y un sonido grave y profundo que llega desde lo mas recóndito de tu alma me dice que estas a punto de correrte. Has bajado las manos, te abrazas a mi cuello, temerosa que de las oleadas de placer que ya te recorren conviertan tus piernas en plastilina, y seas incapaz de mantenerte en pie. Notas aliviada que te cojo fuerte de la cintura y, sabiéndote segura, te abandonas dulcemente a otro orgasmo.
Cuando ya he notado tres, retiro mi mano de tu sexo suavemente y mirándote a los ojos me llevo los dos dedos a la boca, saboreando tu esencia mas íntima. Todavía no te has serenado, cuando me miras muy seria, y en un gesto de una ternura infinita, acaricias mi mejilla suavemente y me besas, dulce como la miel. En ese momento, me coges de la mano tu a mi y me llevas hacia tu dormitorio subiendo las escaleras. Menos mal - pienso, sonriendo - que son dos días de congreso, porque hoy, me parece que no voy a llegar a ninguna conferencia.
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Mil gracias a todas las amigas que me han ayudado a dar color a este cuento.
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