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martes, 24 de abril de 2012

Historia de una mirada y una estrella. (Nora y un servidor)

Me encantan las historias escritas a cuatro manos. Una idea cazada al vuelo deviene, por obra y gracia de la inspiración, la distancia y el cariño de otra persona, en algo mucho más grande y hermoso.Hoy he podido participar en otro ejemplo. 

Todo empezó cuando colgué este Microcuento en Tumblr.

Paso de peatones.


Freno, y me miras sorprendida por debajo de las Rayban, estas sola esperando pasar.
Te sujetas el bolso, me sonríes y haces un leve gesto con tu cabeza, agradecida. Y solo entonces, comienzas a pasar despacio por delante, sabiéndome concentrado en tu forma de caminar. Sientes que llevas bien afilados los tacones y que mi mirada se ha perdida entre los rizos que, rebeldes, escapan de tu moño y caen por tu nuca. Notas como se esta removiendo con tu falda, el aire caliente de primavera que nos envuelve.

Al llegar al otro lado, después de quince segundos eternos, sabes que estoy perdido, repasando tu figura de arriba abajo y por eso te paras, para que pueda sufrir a gusto. Pero no te giras, eso jamás!
Con una estudiada indiferencia, y una sonrisa luminosa, comienzas a andar...mientras yo, prendido de tus andares, escucho como suenan, a lo lejos, las bocinas de los demás conductores...
Impacientes!

Y, al cabo de unas horas, Nora nos obsequia con su continuación...su punto de vista.

Me regaló una estrella.


Paseaba tranquila y despreocupada ahora que ya había pasado la tormenta.
El día había pasado por fin del gris lluvioso a la luz de primavera. Que caprichosos eran siempre los abriles, cambiantes y juguetones te sorprendían siempre. El sol empezaba a dar calor al fin, aunque una suave y fresca brisa seguía recordándole que estos abriles no son de fiar.

Hurgó en el fondo del bolso y encontró lo que buscaba. Con un gesto sencillo retorció sus rizos, los atravesó con aquel lápiz y su pelo quedo recogido, amenazando con desprenderse en cualquier momento. Quería sentir los rayos en su nuca mezclados con el leve soplido que llegaba del norte.
Se detuvo en aquel paso de cebra. Siempre lo hacía, no confiaba en la buena intención de aquellos que parecen medir su valía por su capacidad con el acelerador y su falta de educación. Aquel coche freno despacio y tras los cristales una sonrisa le indicó que podía pasar. Correspondió con un gesto de agradecimiento y otra sonrisa. 

Avanzaba con paso firme en sus tacones y entonces lo sintió... ese escalofrío que recorría ascendente su espalda, ese que solo una mirada provoca, ese que acelera el pulso...
"No aceleres, sigue a este ritmo y disfruta, no te gires" se dijo a si misma.

Lenta, segura, consciente de la mirada que la hacía crecerse, respirando profundo para paladear ese ascender, sentir como subía por sus piernas, frenaba un poco y avanzaba por su espalda hasta llegar a su nuca, bordeándola suavemente. Sintió el pinchazo, esa descarga que lo eriza todo y sonrió girando levemente la cabeza sin mirar atrás.

Las bocinas la sacaron de sus ensimismamiento, volvió a pisar la tierra y presurosa se acercó a un escaparate cercano. El reflejo no mentía, ahí estaba. Hay miradas, solo unas pocas, que dejan la marca de una estrella en quien sabe sentirlas.


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Mil gracias Nora (paseandodescalza) por hacer de un simple microcuento....toda una aventura compartida. ¡Nunca dejes de seguir tus sueños!

Nota a 20/09/2014, para no olvidar... :
el resto de mi vida empezó con este pequeño e inocente juego. A toro pasado, recuerdo este punto como de inflexión en mi vida. ¡Gracias Nora!

Comentarios:

irene_em dijo

Sublime, felicidades a los dos!!

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