El frío de la madrugada se nota en el vapor que flota, condensado,
delante de todos nosotros. Los nervios, la tensión, se puede masticar y
bastaría que alguien hiciera una tontería para que todo el grupo saltara
como uno solo.
Doscientos cuatro años me dan la suficiente experiencia para
anticiparme a los problemas y, a pesar de que esta noche me he dado una
vuelta por todo el recorrido del encierro, desde los corrales del Gas,
hasta la Plaza, me gusta estar al tanto de los pequeños detalles. Junto a
todos los ayudantes que van a estar vigilando el recorrido disfrazados
de policías, barrenderos, sanitarios, volveré a hacer los encierros,
protegiendo personalmente, a todos los corredores un año mas.
Ya casi es la hora. Cada vez hay más luz, mas ganas de que empiece el
espectáculo. Veo que los pastores están listos y eso significa que
dentro de nada el cohete saldrá hacia el cielo y su explosión dará la
señal para que comience la fiesta. Miro a mí alrededor dentro del
corral. Compruebo que todos los toros están en tensión y mis compañeros,
los demás cabestros, también están preparados. Suena el estallido y las
puertas se abren, toca trabajar protegiendo a los corredores.
Photo vía: Tengomipropioblog.
Microcuento presentado al IV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín.
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