Salió de su ciudad con calor, y al llegar al norte, le sorprendió
una de las primeras nevadas. El frío de aquella ciudad se metía en sus
huesos. Afortunadamente el trabajo solo la llevaría lejos de los suyos dos
días. Con ese pensamiento, se subió las solapas de su abrigo y llamó al
taxi. Reuniones, llamadas, citas. Apretones de manos, besos corteses,
pero indeseados. Muchas horas sentada, cafés de máquina...y para rematar, la consabida
cena con esos clientes tan importantes y tu jefe haciéndose el
interesante.
Eres buena, muy buena interpretando tu papel. Aguantas carros y
carretas, usas muy bien tu seductora sonrisa...hay que desplegar todo el
arsenal, usar todos las defensas y tener la coraza bien pulida para
sobrevivir en este mundo de hombres. Por suerte tu ya llevas mucha
guerra en el maletín como para dejarte sorprender. La jovencita florero
que os ha acompañado a la cena, no puede decir lo mismo, y ella se queda
en el restaurante, mientras tu te vas.
Al salir del edificio, otra vez la noche y la nieve te hacen
estremecer y arrebujarte en tu abrigo. En el bolsillo, bien agarrado,
está tu móvil. Necesitas llegar al hotel cuanto antes, estás casi sin
batería ya que no ha parado de enviarte mensajes durante todo el día.
Has tenido incluso que quitarle el sonido. Pero te has negado a
apagarlo...te has sorprendido a ti misma esperando esa ligera vibración
que anunciaba un nuevo mensaje.
Lejos, muy lejos de todo esto, hay alguien que, casi sin conocerte,
sabe mas de ti, que muchos otras personas. Y ese detalle, esa intimidad
compartida te tiene extrañamente atrapada. ¿Como puede saber tanto de mi, si apenas nos conocemos? te preguntas
cuando lees una observación o una frase suya. Te has dejado llevar por
esa intimidad electrónica y distante pero que, a la vez es reconfortante
y cálida. Es cortés y no usa palabras malsonantes. Saber ser suave,
pero también te pinta escenas en tu imaginación que ya creías
desgraciadamente olvidadas. Te vuelve a hacer sentir mujer.¿Que querrá?
te preguntas. ¿Porque tanta atención? piensas.
Y al instante siguiente, notas una vibración en el móvil:
- Has llegado al Hotel?. Pregunta desde muy lejos.
+
Estoy pagando al taxista, contestas sonriendo, mientras bajas del taxi y
te encaminas a la recepción. Coges la llave, otra vibración.
- ¿Como va esa espalda? De tantas reuniones, la tendrás hecha un cuatro.
No puedes evitar sonreír. Lejos, a muchos kilómetros de distancia,
alguien hace la primera observación amable del día sobre tu posible
cansancio. Y lo mejor de todo, es que suena sincero.
- Recuerda lo que te comenté sobre un baño caliente. Continua.
+ Ya estoy en la habitación. Contestas.
-
Bien. Lo primero es llamar a casa y hablar con tus hijos - me dice, y
yo me sonrío. Después, toca quitarse el vestido negro que me has dicho
que llevabas - se acuerda, piensas - no lo dejes todo tirado por ahí,
aprovecha y cuélgalo en la percha. Esos instantes los aprovecharé para
imaginarte en ropa interior. Ese conjunto de la Perla que me has dicho
que te sienta tan bien... - va a conseguir sacarme los colores - las
medias y los zapatos de tacón.
Date la vuelta - y yo como una tonta, dando la vuelta delante del espejo, como si pudiera verme.
Claro que puedo verte delante del espejo - Ohhh! exclamo mirando
como una tonta la pantalla- ahora toca llenar la bañera de agua bien
caliente. Yo voy a dejarte un rato a solas, toma tu baño despacio y
prepárate, porque cuando salgas, quiero que, como te he dicho esta
mañana, lo hagas solo con la toalla que cierres los ojos, te tiendas en
esa cama King size y me dejes hacer a mi...
+ Ojala estuvieras aquí - le contesto a una pequeña pantalla brillante, mientras una lágrima rueda por mi mejilla.
-
No llores cielo - me contesta - pronto volverás a casa. Cuando hayas
tomado tu baño avísame, pero recoge el sujetador que se te ha caído,
como siempre, al suelo.
La pantalla del móvil me dice que no hay mas mensajes, a pesar de
ello, me quedo medio desnuda, sentada sobre la esquina de la cama
durante unos minutos, agarrada el sujetador que acabo de recoger - tenía
razón, lo había dejado caer al suelo.
Estoy lejos de casa y me siento sola. El consigue con unas pocas
palabras desmontar todas mis defensas, quitarme las corazas y dejarme
desnuda e indefensa como a una niña, pero en el mismo instante que rinde
la plaza, cuando sabe que me entregaría en cuerpo y alma, me acoge y
abraza con sus palabras haciéndome sentir extrañamente bien y en paz. Que
tiempos más extraños vivimos en los que el amor, el consuelo, el
cariño, la paz... viajan a través de los kilómetros y terminan, a veces,
expresándose a través de un simple Blimp, que suena en nuestro móvil, o
de una vibración en nuestra mano que nos anuncia que alguien está
pendiente de lo que nos ocurra.
Dejo el teléfono cargándose en la mesita de noche y me meto en el
cuarto de baño. Termino de desnudarme y me sumerjo en el agua caliente
que me ayuda a desprenderme de todo el cansancio del día. Otra vez tenía
razón.
Un simple baño, en silencio ha sido suficiente para llevarse
con el agua muchas de mis preocupaciones. Ahora tengo que llamar a
casa, hablaré con los peques un rato y luego, como me ha pedido, le
avisaré de que estoy preparada solo para él. Un simple "Ya estoy", una pequeña vibración y el mundo entero estará
concentrado en la pequeña pantalla de mi móvil y mi soledad se tendrá
que marchar fuera, con el frío y la nieve.
[R]
Photo Vía mlsg: Lost & found
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