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sábado, 27 de octubre de 2012

Una ligera vibración.

Salió de su ciudad con calor, y al llegar al norte, le sorprendió una de las primeras nevadas. El frío de aquella ciudad se metía en sus huesos. Afortunadamente el trabajo solo la llevaría lejos de los suyos dos días. Con ese pensamiento, se subió las solapas de su abrigo y llamó al taxi. Reuniones, llamadas, citas. Apretones de manos, besos corteses, pero indeseados. Muchas horas sentada, cafés de máquina...y para rematar, la consabida cena con esos clientes tan importantes y tu jefe haciéndose el interesante.

Eres buena, muy buena interpretando tu papel. Aguantas carros y carretas, usas muy bien tu seductora sonrisa...hay que desplegar todo el arsenal, usar todos las defensas y tener la coraza bien pulida para sobrevivir en este mundo de hombres. Por suerte tu ya llevas mucha guerra en el maletín como para dejarte sorprender. La jovencita florero que os ha acompañado a la cena, no puede decir lo mismo, y ella se queda en el restaurante, mientras tu te vas.

Al salir del edificio, otra vez la noche y la nieve te hacen estremecer y arrebujarte en tu abrigo. En el bolsillo, bien agarrado, está tu móvil. Necesitas llegar al hotel cuanto antes, estás casi sin batería ya que no ha parado de enviarte mensajes durante todo el día. Has tenido incluso que quitarle el sonido. Pero te has negado a apagarlo...te has sorprendido a ti misma esperando esa ligera vibración que anunciaba un nuevo mensaje.

Lejos, muy lejos de todo esto, hay alguien que, casi sin conocerte, sabe mas de ti, que muchos otras personas. Y ese detalle, esa intimidad compartida te tiene extrañamente atrapada. ¿Como puede saber tanto de mi, si apenas nos conocemos? te preguntas cuando lees una observación o una frase suya. Te has dejado llevar por esa intimidad electrónica y distante pero que, a la vez es reconfortante y cálida. Es cortés y no usa palabras malsonantes. Saber ser suave, pero también te pinta escenas en tu imaginación que ya creías desgraciadamente olvidadas. Te vuelve a hacer sentir mujer.¿Que querrá? te preguntas. ¿Porque tanta atención? piensas.

Y al instante siguiente, notas una vibración en el móvil:
- Has llegado al Hotel?. Pregunta desde muy lejos.
+ Estoy pagando al taxista, contestas sonriendo, mientras bajas del taxi y te encaminas a la recepción. Coges la llave, otra vibración.
- ¿Como va esa espalda? De tantas reuniones, la tendrás hecha un cuatro.

No puedes evitar sonreír. Lejos, a muchos kilómetros de distancia, alguien hace la primera observación amable del día sobre tu posible cansancio. Y lo mejor de todo, es que suena sincero.
- Recuerda lo que te comenté sobre un baño caliente. Continua.
+ Ya estoy en la habitación. Contestas.
- Bien. Lo primero es llamar a casa y hablar con tus hijos - me dice, y yo me sonrío. Después, toca quitarse el vestido negro que me has dicho que llevabas - se acuerda, piensas - no lo dejes todo tirado por ahí, aprovecha y cuélgalo en la percha. Esos instantes los aprovecharé para imaginarte en ropa interior. Ese conjunto de la Perla que me has dicho que te sienta tan bien... - va a conseguir sacarme los colores - las medias y los zapatos de tacón.
Date la vuelta - y yo como una tonta, dando la vuelta delante del espejo, como si pudiera verme.

Claro que puedo verte delante del espejo - Ohhh!  exclamo mirando como una tonta la pantalla- ahora toca llenar la bañera de agua bien caliente. Yo voy a dejarte un rato a solas, toma tu baño despacio y prepárate, porque cuando salgas, quiero que, como te he dicho esta mañana, lo hagas solo con la toalla que cierres los ojos, te tiendas en esa cama King size y me dejes hacer a mi...
+ Ojala estuvieras aquí - le contesto a una pequeña pantalla brillante, mientras una lágrima rueda por mi mejilla.
- No llores cielo - me contesta - pronto volverás a casa. Cuando hayas tomado tu baño avísame, pero recoge el sujetador que se te ha caído, como siempre, al suelo.
La pantalla del móvil me dice que no hay mas mensajes, a pesar de ello, me quedo medio desnuda, sentada sobre la esquina de la cama durante unos minutos, agarrada el sujetador que acabo de recoger - tenía razón, lo había dejado caer al suelo.

Estoy lejos de casa y me siento sola. El consigue con unas pocas palabras desmontar todas mis defensas, quitarme las corazas y dejarme desnuda e indefensa como a una niña, pero en el mismo instante que rinde la plaza, cuando sabe que me entregaría en cuerpo y alma, me acoge y abraza con sus palabras haciéndome sentir extrañamente bien y en paz. Que tiempos más extraños vivimos en los que el amor, el consuelo, el cariño, la paz... viajan a través de los kilómetros y terminan, a veces, expresándose a través de un simple Blimp, que suena en nuestro móvil, o de una vibración en nuestra mano que nos anuncia que alguien está pendiente de lo que nos ocurra.

Dejo el teléfono cargándose en la mesita de noche y me meto en el cuarto de baño. Termino de desnudarme y me sumerjo en el agua caliente que me ayuda a desprenderme de todo el cansancio del día. Otra vez tenía razón. 

Un simple baño, en silencio ha sido suficiente para llevarse con el agua muchas de mis preocupaciones. Ahora tengo que llamar a casa, hablaré con los peques un rato y luego, como me ha pedido, le avisaré de que estoy preparada solo para él. Un simple "Ya estoy", una pequeña vibración y el mundo entero estará concentrado en la pequeña pantalla de mi móvil y mi soledad se tendrá que marchar fuera, con el frío y la nieve.

[R]


Photo Vía mlsg: Lost & found

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