Verano.
Verano El "Verano" es ese breve espacio de tiempo en el que
cambiamos la cómoda rutina diaria por la posibilidad de hacer otra serie
de cosas que llevamos planeando todo el año y que nunca salen como
nosotros queremos. La verdad es que nos pasamos gran parte del tiempo
soñando con lo que haremos en las escasas dos o tres semanas que las
obligaciones nos dejan libres, pero siempre nos olvidamos de que surgen
"esos" inconvenientes que nos impiden disfrutar de lo que habíamos
planeado. No quiero decir con eso que lo que al final sucede sea peor
de lo que nos habíamos propuesto, no tiene que ser así. Simplemente será
distinto. Seguro. Cambiamos las rutinas conocidas por otras que vamos
conformando día a día, intentando convencernos a nosotros mismos que los
cambios serán para bien. Y así cambiamos los lugares comunes por otros
que durante un tiempo nos permiten soñar. Playas, montes y piscinas que
no visitamos normalmente, se convierten en los nuevos escenarios donde
se representa nuestra comedia. Pero raras veces logramos engañar a los
fantasmas que, como parte del equipaje, arrastramos con nosotros. Puede
que una cierta sensación de relax se adueñe de nuestros sentidos y
tendamos a dejar pasar cosas que, de ordinario, nos alterarían. Pero
suele ser una sensación efímera y cruel. Por encima el sol va dorando
nuestra piel, por debajo nuestra paciencia va consumiéndose rápidamente.
Hoy es uno de esos días. Quizá sea porque acaba un ciclo. El Verano,
como tal, toca a su fin. Mañana mismo, volveremos a nuestras "rutinas
protectoras" y los silencios que han habitado entre nosotros estos
últimos días, como invitados que nos cogen en casa por sorpresa, dejarán
de existir, sencillamente porque no tendremos tiempo de ocuparnos de
esa entelequia llamada "nosotros". Como pájaros asustados por los
quehaceres cotidianos, espantaremos las carencias que esos silencios
develan y nos volveremos a refugiar tras la coraza desgastada de "lo que
debemos hacer", dejando en un rincón del olvido lo que un día quisimos
empezar a construir. No se hablará más del tema, los dos acataremos los
términos del tratado y ya no habrán más agresiones mudas. Lo urgente,
una vez más, volverá a imponerse a lo importante y nos obligará a dejar
de intentar ser, para sencillamente, parecer. Como esa herramienta o ese
juguete que dejamos olvidado en un rincón del jardín durante todo el
invierno, y al llegar de nuevo la primavera descubrimos con fingida
sorpresa que el tiempo lo ha estropeado un poco más. Hay certezas contra
las cuales es inútil luchar: uno más uno nunca sumaran dos, en nuestro
caso. Yo solo soy uno y me confieso rendido.

Gracias a Facie Populi por la Foto. (Henri Cartier-Bresson - New York, 1947)
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