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martes, 30 de agosto de 2011

Verano.

Verano El "Verano" es ese breve espacio de tiempo en el que cambiamos la cómoda rutina diaria por la posibilidad de hacer otra serie de cosas que llevamos planeando todo el año y que nunca salen como nosotros queremos. La verdad es que nos pasamos gran parte del tiempo soñando con lo que haremos en las escasas dos o tres semanas que las obligaciones nos dejan libres, pero siempre nos olvidamos de que surgen "esos" inconvenientes que nos impiden disfrutar de lo que habíamos planeado. No quiero decir con eso que lo que al final sucede sea peor de lo que nos habíamos propuesto, no tiene que ser así. Simplemente será distinto. Seguro. Cambiamos las rutinas conocidas por otras que vamos conformando día a día, intentando convencernos a nosotros mismos que los cambios serán para bien. Y así cambiamos los lugares comunes por otros que durante un tiempo nos permiten soñar. Playas, montes y piscinas que no visitamos normalmente, se convierten en los nuevos escenarios donde se representa nuestra comedia. Pero raras veces logramos engañar a los fantasmas que, como parte del equipaje, arrastramos con nosotros. Puede que una cierta sensación de relax se adueñe de nuestros sentidos y tendamos a dejar pasar cosas que, de ordinario, nos alterarían. Pero suele ser una sensación efímera y cruel. Por encima el sol va dorando nuestra piel, por debajo nuestra paciencia va consumiéndose rápidamente.
Hoy es uno de esos días. Quizá sea porque acaba un ciclo. El Verano, como tal, toca a su fin. Mañana mismo, volveremos a nuestras "rutinas protectoras" y los silencios que han habitado entre nosotros estos últimos días, como invitados que nos cogen en casa por sorpresa, dejarán de existir, sencillamente porque no tendremos tiempo de ocuparnos de esa entelequia llamada "nosotros". Como pájaros asustados por los quehaceres cotidianos, espantaremos las carencias que esos silencios develan y nos volveremos a refugiar tras la coraza desgastada de "lo que debemos hacer", dejando en un rincón del olvido lo que un día quisimos empezar a construir. No se hablará más del tema, los dos acataremos los términos del tratado y ya no habrán más agresiones mudas. Lo urgente, una vez más, volverá a imponerse a lo importante y nos obligará a dejar de intentar ser, para sencillamente, parecer. Como esa herramienta o ese juguete que dejamos olvidado en un rincón del jardín durante todo el invierno, y al llegar de nuevo la primavera descubrimos con fingida sorpresa que el tiempo lo ha estropeado un poco más. Hay certezas contra las cuales es inútil luchar: uno más uno nunca sumaran dos, en nuestro caso. Yo solo soy uno y me confieso rendido.


Gracias a Facie Populi por la Foto. (Henri Cartier-Bresson - New York, 1947)

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