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viernes, 7 de enero de 2011

Queridos Reyes Magos...

Queridos Reyes Magos,  

ya sé que hoy es día 7 de Enero y que vuestro trabajo ha terminado por este año, os merecéis unas buenas vacaciones después de un trabajo tan duro, pero me gustaría que me prestarais un poquito de atención.

Desde que yo recuerde, nunca he tenido mucha fe en vosotros. Quizá fue el barrio donde me crié. Allí o comías o eras comido y desde muy pequeño me quitaron la ilusión o la fui perdiendo por el camino. Supe ciertamente que no existíais por el hecho irrefutable de que NUNCA me habéis dejado lo que yo, en secreto, os pedía desde el fondo de mi corazón. Empezando por el Scalextric que siempre he querido tener, hasta terminar hoy con esta carta.

Porque esta carta no es para pediros nada. Ya no espero nada, y tampoco quiero nada. Tan solo sois el último recurso de una persona que ya no sabe donde acudir y que no cree en el Gordo de Rojo. Si se ha de creer en algo, os prefiero a vosotros.
Yo no quiero regalos. Esta petición/súplica/balsa de naufrago, no es para mí. El regalo que os pido es para otra persona. Llevamos juntos muchos años, pero me temo que ya no tenemos mucho más que decirnos. Y me da mucha pena, otra vez, esta situación.
Yo no entiendo la vida sin disfrutarla, sin pasión, sin caprichos, sin juego. Pero parece ser que hay personas que pueden vivir su vida simplemente desgastándola, como el mar desgasta, lentamente, las piedras de la playa hasta convertirlas en Arena.
Como os decía, tan solo quiero que le gustaran alguna de todas las cosas que yo no le puedo regalar.

Las joyas que no se va a poner, ni los relojes que ya tiene (tan solo uno se lo he podido regalar yo, pero ya no se lo pone). No hablemos de los colgantes, que duran un mes como máximo o las pulseras o anillos que no lleva. Los perfumes se quedan sin usar en el estante del armario del baño. La ropa interior; como esa tan bonita que vi el otro día, no quiere ni verla. Ni hablar del tema. No.

La ropa, la de mejor calidad o la que tiene ese tacto o ese corte tan especial, ni nombrarla. Hemos establecido un pacto por el cual ninguno acompaña al otro a por ropa. Dice que nunca le sienta bien nada, ni está de acuerdo con el tacto, el color o el corte. Todo tiene pegas y le sienta fatal y se lo tienen que arreglar. Yo ya paso. Dimití hace tiempo.
No le llaman la atención ningún cachivache electrónico y si necesita alguno, sencillamente coge uno mío. No escucha música tan solo oye la radio. Lee poco, tres o cuatro libros al año y siempre de los que yo ya leí el año pasado. Tampoco escribe. Ni una agenda bonita, ni un bolígrafo chulo. Miento: usa el mismo que le regalé hace unos 10 años. Eso sí.

La puntilla vino hace unos años. Busqué un regalo especial y le ofrecí un bono para dos circuitos termales, unos masajes de relajación y unos tratamientos para la piel. Después de mucho insistir me dijo (y no me lo creo) que hizo la mitad del bono. Lo único es que tardó más de un año en decidirse. Nunca tenía tiempo para hacerlo. La otra mitad del regalo estoy seguro de que se perdió. 

Por todo esto y muchas cosas más querido Reyes Magos, lo único que os pido es un poco de paciencia para mí y un poco de tolerancia para esta persona.
Que se relaje, que deje de exigirse tanto a sí misma y se deje llevar un poquito, tan solo un poquito. Que la vida son dos días y no podemos permitirnos el lujo de desperdiciarla con tonterías de este estilo. 

Y que no se preocupe, hacedle saber por favor, que tendrá su paraguas.
Espero no haberos aburrido mucho y si la carta llega demasiado tarde para que pudierais hacer algo, tenedlo en cuenta para el próximo año. Gracias.
Un saludo.
Yo.

Nota: Y, si no es mucho pedir, acordaros de que yo siempre quise tener un Scalextric.

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