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martes, 27 de diciembre de 2011

19 días y 500 noches.

El día no había empezado bien, pero al final se dejó convencer para salir y tomar algo en aquel bar de moda donde su amiga tenía tantas ganas de ir. No quería fiesta, y se dejaba llevar por el compás de la música por no hacerle un feo a su amiga. Sonreía como una buena chica y miraba su reloj, esperando que las agujas marcaran la hora de salir huyendo...hasta que, por el rabillo del ojo, le vio pasar.

Moreno de ojos verdes, con aire de no haber roto un plato en la vida. Gafas de pasta, fáciles de quitar y un aire de estar, como ella, fuera de lugar. Un hermoso pato en este garaje tan moderno. Cuando él, por casualidad, la miró desde el otro lado de la barra a través de sus gafas de chico bueno y ella se dio cuenta de que esos ojos verdes, aparentemente tan despistados, estaban explorando las posibilidades que su ropa tapaba, tomo una decisión: ...de perdidos al rio.

Lo primero fue sostenerle la mirada, apurar su copa, sacar las pinturas de guerra y declarar sus intenciones bélicas con el rojo brillante de sus labios. Le saco punta a sus tacones de aguja, se ajustó la falda y rodeó la barra como una bala, directa al objetivo: el corazón del moreno.

Su sonrisa, desde lejos anunciaba sus ganas de guerra y proclamaba a los cuatro vientos: Chato, muy mal lo tienes que hacer: voy a por ti!. Y en último caso lo único que tienes que hacer es cerrar tu boca sobre la mía, y que hablen nuestras manos.

De fondo había empezado a sonar 19 días y 500 noches de Sabina:
"Lo nuestro duró, lo que duran dos peces de hielo en un Wisky on the rocks..."

Y le entró la risa "Yo que pensaba que iba a ser un mal día!"... pero quizá sea una buena noche!.

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