Cualquiera podría pensar que no tienen nada en común una Moleskine, un twitt, la foto de una taza rota, el avatar de una gatita, una noche improvisada, una persona engreida, un accidente...pero si que lo tienen, todos esos objetos, todas esas cosas ya forman parte de mi ovillo. Todo lo que nos ocurre va dejando poso en nuestra vida. Hoy estoy enfadado, conmigo y con algien que creo impresentable y en uno de los muchos semáforos que me toca aguantar en el día, me he puesto a tirar del hilo de los recuerdos. Somos lo que somos porque vamos echando ingredientes en la olla donde hierve (a veces lentamente y otras en plan olla express) el caldo de nuestra vida. La semana pasada, sin ir mas lejos, conseguí echar a la olla una de esas buenas noches que hacen que nuestro caldo gane muchos enteros en sabor y consistencia.
Primero la buena compañia, si a eso le añadimos unas cañas, una cena muy divertida y una copa, con una laaaaarga charla, como está mandado, sin prisas, a fuego lento, así conseguiremos un recuerdo con fundamento. Son esos momentos los que nos van marcando y deteminan en definitiva la sustancia nutritiva de nuestro caldo. Como dice El Chipi: "quien quiere Avecrem, habiendo caldo de jarrete". Decía que estaba enfadado conmigo por haberme despistado de nuevo y creer que la gente es buena en general. Hay de todo, pero debería estar mas listo y desconfiar de los desconocidos. A pesar de que las grandes hostias de mi vida han venido de manos muy conocidas...Por eso, por las que me han caido (y las que me quedan por recibir) he andado esta semana huraño y cabreado...recordando otros ingredientes que, hace tiempo, pasaron por la olla.
En concreto uno, mejor dicho una, de la cual al final de todo lo cocinado en común, recuerdo que me enseñó dos cosas!:
1- En cuestiones de dinero, no hay que fiarse ni de tu madre! Cuantas familias han acabado a tiros por culpa "der mardito parné".
2- Mas de una vez me llevó al borde de la locura, pero no me dejó caer. Y una vez que estuve al filo del abismo, ella me cogió de la mano y no me dejó caer.
El tiempo, los ingredientes y el reposo nos hacen reflexionar y pensar que, todo aquello que nos indignó en su día, hoy son los fideos que le dan alegria a nuestro caldito verbenero. Y las sorpresas picantes, en forma de algún ingrediente que creía conocido, pero que combinado con las especias adecuadas...tienen un sabor sorprendente!, pero eso da para un segudo plato. ¿Verdad gatita?
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