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domingo, 30 de diciembre de 2012

Ruido y furia.

De pronto, parado al lado de la puerta, me pareció ver como se materializaba en el aire la pregunta:

-Hace frio. Creo que lo mejor sería subir a la habitación y hacer una siesta. Como hay aire acondicionado, al menos no tendríamos frío... ¿No crees?.

Y ahí estaban, todos mis fantasmas, los temores, las dudas... todos colgando del ganchito que iniciaba el interrogante. Mirándome fijamente con esa mirada que me decía:
- ¿Pero donde vas chaval? ¿Es que todavía no has aprendido? ¿Sigues insistiendo? Que mal lo llevas... no aprendes.

Tu sigues parada al lado de la puerta que da al patio. Hay montones de hojas por todas partes, pero es invierno y la Glicina ya no es más que un armazón de ramas peladas. Hace un mes que no venimos, y pasará otro antes de que volvamos. Estás en la puerta, con el pomo en la mano, mirando hacia afuera. Pero no te giras, ni contestas. Tan solo abres la puerta y sales fuera, cerrando muy despacio detrás tuyo.

Llevo una revista en la mano. La miro como si no recordara que hace ahí y la dejo despacio otra vez encima de la mesa. Sigo escuchando las risas de mis fantasmas que colgados del ganchito del interrogante, se burlan de mi. Al menos hay quien se lo pasa bien con esta situación, pienso mientras subo las escaleras, recordando no se muy bien porqué, el famoso fragmento del acto V de Macbeth:

"La vida no es más que una sombra en marcha; un mal actor que se pavonea y se agita una hora en el escenario y después no vuelve a saberse de él: es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada"

Hace mucho que abandoné la furia, en su lugar solo me queda el eco del vació y un dolor sordo. Creo que será mejor dormir una siesta.

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