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jueves, 5 de mayo de 2011

Silencio que llama a silencio. ( Dos años )

Segunda Parte. 


La verdad es que hoy me venia fatal esta reunión porque tenia hora en la peluquería. Si estos pesados hubieran hecho las cosas bien, no tendríamos que estar dorándoles la píldora ni dándoles explicaciones. Hemos tenido que estar mucho tiempo de pie y me duelen las piernas. Por mucho que me alise la falda mientras me masajeo los muslos, no se me pasa esa sensación de pesadez, y encima estos zapatos nuevos me están haciendo polvo los pies.

Afortunadamente, la cosa ha ido mejor de lo que yo creía al principio. Estos ingenieros, tan arrogantes ellos, tan pagados de si mismos... Menos mal que en su equipo había una chica, muy maja y muy competente: Sofía, que me ha echado un capote enseguida. Solidaridad femenina o interés personal. Me pregunto si se habrá dado cuenta.

De pronto alguien mas, ha entrado en la sala. Parecía como muy despistado y en una primera impresión, un poco descolocado. Como si lo hubieran hecho salir bruscamente de su mundo para aterrizar en este. "Mira el gafapasta" he pensado, con su barbita de tres días y sus aires de no haber roto nunca un plato. Pero una mirada que le he pillado a Sofía me ha hecho cambiar de opinión. Aquí hay algo mas, he pensado. Se ha detenido a hablar con el Boss, a atendido sus instrucciones y no ha dicho nada mas. Silencioso, se ha acercado al rincón de la mesa donde estábamos nosotras y se ha colocado al lado de ella, pero sin dejar de mirarme.

Y ahí es cuando me he dado cuenta. Sofía esta pilladita por su jefe!. Porque resulta que es su jefe.
Se hablan de tu, se complementan, se nota la complicidad en el trabajo. En diez minutos me han demostrado dos cosas: que como equipo de trabajo valen mas que todos los demás de la sala juntos y que a Sofía se le cae la baba por él.

Que fastidio, he pensado al principio, a mi que me gustaba esta chica y la quería invitar a tomar algo después de salir...y justo entonces, mirándola como lo miraba a él, es cuando se me ha ocurrido la idea. Esta chica esta colada por el, pensé, si quiero llegar al lado de ella, tendremos que incluir al chico en el lote.

Un par de preguntas y dos soluciones ingeniosas después, el ha puesto su mano sobre la miá. Yo ya me había percatado de las miraditas al escote y de que hablara quien hablara no podía quitarme el ojo de encima. Así que le he dejado hacer. Y la pobre Sofía bebiendo los vientos por él, pobrecita. El amor es ciego, y sordo y mudo y tonto. Esta circunstancia me ha permitido poder observarla a voluntad, yo tampoco podía apartar la vista de su pelo negro y rizado, de su piel y de unos pliegues muy graciosos que tiene en sus orejas. No he podido evitar un mohin divertido, al levantar la mirada y ver a Sofía sonreír una broma de su jefe de una forma muy dulce.

De pronto una llamada ha roto ese circulo mágico de miradas entre los tres y "nuestro" chico se ha tenido que ir. Perfecto, he pensado. Al fin solas. El poco tiempo mas que ha durado la reunión, lo he dedicado a camelarme a Sofía y a conseguir el numero de su móvil. El trabajo ya estaba claro y lo único que quedaba es que los financieros ultimaran el presupuesto y pusieran fecha para empezar a trabajar.

No me ha sorprendido encontrarlo "casualmente" delante del ascensor con unos papeles que, vaya por Dior, eran para Sofía. A mi me hubiera gustado despedirme de ella en último lugar, pero no ha podido ser. Allí estaba el, esperándome, dando vueltas nervioso. He cogido disimuladamente a Sofía de la mano, y nos hemos apartado un poco. "Cosas de chicas" habrán pensado, los muy estúpidos. No le he soltado la mano para poder acariciar su piel y ella me ha sonreído con esa luz tan especial que tiene en los ojos, me he acercado lentamente para disfrutar de su aroma y del contacto de su pelo. Nos hemos dado dos besos como en esas escenas del cine, a cámara lenta.

Creo que a ella también le ha gustado, o al menos eso he creído leer en su mirada. "Te llamaré" he dicho antes de soltar su mano, sintiendo su ultimo apretón. Mientras se giraba para preguntarle a su jefe, enfadada pero cariñosa, sobre "esos papeles". El ha esperado hasta el final como un buen chico, dentro de su papel, y eso merecía una recompensa. "Dos años" le he susurrado bajito al oído y al instante se le han encendido los ojitos.

Dos años tengo, he pensado, para tejer la tela donde caerá Sofía y aunque tenga que usarte como cebo chaval, valdrá la pena el esfuerzo por la recompensa de sus rizos.Quien sabe si ademas lo pasamos bien tu y yo. Una punzada de dolor en el pie izquierdo me ha devuelto a la realidad y no he podido evitar morderme el labio fastidiada, mientras las puertas del ascensor se cerraban detrás de mi.

Dos años.

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