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viernes, 11 de mayo de 2012

Tonal, Nagual y Peyote.

Hace muuuuchos años, cuando era hippy, llevaba el pelo largo y fumaba cosas infumables, cayeron en mis manos los libros de D. Juan (C. Castaneda)... Los leí con la avidez propia del naufrago sediento que encuentra entre las experiencias que cuenta Castaneda con su amigo D. Juan. Un viejito amable y sencillo y, a la vez, un terrible brujo Yaqui, oriundo del desierto de Sonora en México.

Practicante y maestro de antiguas tradiciones de los indios, que usando el peyote y la Datura (hembra, por supuesto) conseguían elevar el nivel de la conciencia del hombrecillo blanco (antropólogo aspirante a guerrero) a niveles estratosféricos...ya te digo, con semejante cóctel... De los 6 libros que leí, recuerdo una sombra general, de entre las que brillan conceptos. El mundo concebido en dos "niveles" Tonal y Nagual, la existencia de ese otro mundo dentro del nuestro, al cual es posible acceder gracias a "puertas" que las antiguas sabidurías guardan celosamente...y una imagen.
Todos nosotros, al atravesar esa puerta de consciencia superior no somos mas que "capullos de luz" que nos hace brillar con luz propia, y que nos permite emitir "tentáculos" de pura energía, que nos interconectan con todo.

La idea de la vida como malla, como red, donde no podemos estar solos, donde cada acción conllevará una reacción y donde todos somos responsables de nuestros actos. Los tentáculos nacen a la altura de nuestro estomago.
Creo que sin pasión, sin tripas para hacer las cosas porque si cuando hay que hacerlas y creyendo en los que se hace, equivocándonos y aprendiendo en un ciclo eterno, no seríamos mas que bombillas inertes, sin alma. Si con nuestra pequeña y cálida luz podemos ayudar, acompañar alumbrando en los momentos oscuros a las personas que nos importan, entonces... quizá estemos haciendo algo bien!
Venga, otra ronda de Mezcal! Quien se apunta?


Foto vía: Literatura y mundo Maya.

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