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sábado, 29 de marzo de 2014

Vértigo

- Espera, no cierres, por favor!!!
El grito llega justo a tiempo. Pongo la mano en la célula fotoeléctrica y las puertas del ascensor vuelven a abrirse.
- Gracias - me dice una sofocada desconocida-. Creía que no llegaba, no es fácil correr con taconazos y esta falda tan estrecha...

Estrecho si. De pronto la caja del ascensor se convierte en un espacio muy pequeño. Ella no es muy alta, uno sesenta y algo, más o menos. Morena, melena rizada, vestido negro con la falda por la rodilla, taconazos y medias negras. Un pañuelo tapando estratégicamente su generoso escote; labios rojos y sensuales, manos pequeñas con las uñas cuidadas y pintadas del mismo color que los labios. Unos discretos pendientes, un bolso de marca y un buen reloj completan su atuendo.
- ¡Oye! - Su voz me devuelve a la realidad después de la radiografía - ¿Estas sordo? ¿Me puedes decir a que piso vas, por favor?

Está muy guapa con el ceño fruncido, pero su gesto de enfado me sugiere que conteste rápidamente.
- Discúlpame, no te había oido. Voy al último piso - le contesto educadamente, esperando que no se me haya notado mucho el rápido repaso que le he dado a su aspecto.
- Menos mal que has despertado... - me contesta, mirándome de reojo y con cara de pensar que, seguramente estoy un poco atontado, lo cual me provoca una media sonrisa.

Ella pulsa el botón del último piso de la Torre: el 65, y me da, orgullosa, la espalda dejándome sin saberlo que acabe de componer completa, su imagen. El ascensor cierra las puertas y empezamos a subir los dos solos hasta el último piso de la torre más alta de la ciudad. Ella sigue de espaldas mirando fijamente las paredes de cristal muy concentrada en su enfado. De pronto se gira y me pregunta a bocajarro:
- Oye... Porqué las paredes son de cristaaaaaaaallllllllll????

Un grito inhumano ha salido de su garganta, cortando la pregunta que estaba haciéndome. Parece mentira que un cuerpo tan menudo pueda tener esa potencia vocal - pienso - ¡Me ha dejado sordo!. Y eso no es todo, de un salto se ha agarrado a mi brazo y está clavándome las uñas con todas sus ganas.
- Auuuuu! - Ahora soy yo el que grita, pero parece que mi grito no le afecta lo más mínimo - ¿Pero que te pasa?
- Ascensor. Cristal. Subir... ¡Vértigo! - acierta a gritarme, mirándome fijamente aterrorizada.

Miro a mi alrededor y entonces la entiendo: el ascensor va por la planta tres y desde ese piso hasta el 65 es exterior. Un minúsculo prisma de cristal subiendo lentamente pensado para que se puedan admirar las vistas de la ciudad. Una delicia para cualquier persona... salvo que sufra de vértigo.
- ¿No sabias que era un ascensor panorámico? - le pregunto, a la vez que aprovecho para acercarme un poco más a su cuerpo, que tiembla como una hoja - Se construyó precisamente para eso, para disfrutar del paisaje. Precisamente ahora al atardecer, es cuando las vistas son más bonitas. Mira - le sugiero.
- No. Por favor - me ruega, mientras entierra su cara en mi pecho - no me hagas mirar. Sufro de vértigo y para mi es horrorosa esta situación. ¿Por qué piso vamos? - me pregunta mirándome directamente. Y puedo ver el terror pintado en el fondo de sus preciosos ojos verdes
- Piso 10 - contesto. Y se estremece. - Todavía faltan más de 50 pero todo está bien - le digo intentando transmitirle seguridad. A la vez que le paso mi brazo libre por encima del hombro, quedando así estrechamente abrazados y puedo comprobar que huele muy, muy bien. - Venga mujer, tranquila, que este ascensor es completamente seguro. Lo sé bien, porque es un diseño mio.

Al escucharme decir eso, sus ojos se convierten en dos estrechas ranuras que destilan un inmenso odio hacia mi persona, me temo.
- No se puede decir que sepas como tranquilizar a una chica en estas situaciones - me contesta con voz enfadada - al subir a este odioso ascensor me has parecido un pelín atontado y ahora, en medio de un ataque de pánico, ¿solo se te ocurre decirme que esta trampa mortal, la has diseñado tú?... te estás cubriendo de gloria chaval.
- Pero, lo he conseguido ¿Ves? - le contesto sonriendo. Sin soltarla del abrazo, claro. Me gusta sentir su calor. Al acercarse tanto, al estrecharse contra mí la profundidad de su escote ha adquirido dimensiones verdaderamente peligrosas... Un abismo tentador que me encantaría explorar despacio. Puedo notar su respiración agitada contra mi pecho y eso me excita todavía un poco más. Mi mano libre ha recorrido su espalda, suavemente, notando los finos tirantes de su ropa interior. Son dos hilos finos, lo que me lleva a imaginar puntillas delicadas y sutiles... y eso sigue excitándome un poco más. Me temo que de un momento a otro y dada la cercanía de nuestros cuerpos va a ser imposible disimular mi incipiente erección. Y este ascensor panorámico no se caracteriza por su rapidez...
- ¿Qué has conseguido? - me replica, todavía enfadada pero un poco más interesada. Ha relajado la presión sobre mi brazo, sin embargo sigue muy cerca y no rechaza mi estrecho abrazo. Me mira fijamente, muy seria. Y esta preciosa, tentadora.
- He conseguido distraer, un poco, tu atención y hemos avanzado hasta el piso quince. Al volcar toda esa ira sobre mi te has relajado y has olvidado tu problema. Ahora me miras de otra forma, creo que ya no te parezco tan atontado. He captado tu atención y, a partir de ahora, quiero que te relajes y te concentres solo en mi voz - mientras le cuento eso, mi mano ha ido bajando estratégicamente por su espalda hacia territorios más emocionantes...
- Vale. Si. Es cierto... Pero como no quites de inmediato tu mano de mi culo, por mucho vértigo que tenga, la hostia que te vas a llevar va a hacer temblar este ascensor. ¡Listillo!.
- Ja, ja,ja... - su mirada furiosa y el tono de sus palabras me han hecho reír, y subir la mano. Pero no he relajado el abrazo - De acuerdo me has pillado, pero tan solo era para distraerte otra vez. ¿No te das cuenta?, cada vez que consigo distraerte, han pasado varios pisos...

Sus ojos me dicen que no está segura de si lo que le estoy contando es una milonga o si, efectivamente, mis trucos funcionan. Ya vamos casi por la mitad del camino y quizá el darse cuenta de ese detalle le ayuda a relajarse un poco.
- Bueno - admite a regañadientes - quizá tengas razón. Y que esto del vértigo tan solo necesite distracción para que lleguemos arriba, pero como se te ocurra...
No la he dejado terminar. Para reñirme con convicción ha tenido que mirar hacia arriba, a la cara directamente y no he podido resistirme... Tan solo he tenido que bajar un poco la cara, sus labios son suaves y tentadores. El primer beso es un poco brusco, pero poco a poco se va relajando, sorprendentemente no me ha rechazado, más bien todo lo contrario, y me deja hacer. Me la he jugado a una carta y me ha salido el as. Estaba tan cerca, tan frágil y tentadora, que no tenía elección... Me separo un poco y veo que ha cerrado los ojos.
- ¡Funciona! - le digo suavemente - Ves como mi...
- ¡Cállate y bésame, tonto! - Me replica, rápidamente, sin abrir los ojos. Acercando su cuerpo al mío un poco más - necesito distraerme. Me gusta como besas y como hueles...

Sus deseos son órdenes, pienso, mientras la estrecho un poco más entre mis brazos, notando como su cuerpo se relaja poco a poco, beso a beso... Sus brazos me han rodeado el cuello y una pierna se mete entre las mías subiendo lentamente. A estas alturas (nunca mejor dicho) mi erección es más que considerable e inevitablemente, su rodilla roza mi parte más sensible... y compruebo como es capaz de sonreír mientras me besa.
- Puedo comprobar que no te afecta el mal de altura - me dice mientras me mordisquea el labio inferior, sonriendo traviesa - me gusta lo que noto a través del pantalón.
- A mi me encanta lo que noto a través de tu falda - le contesto, acariciando su espléndido trasero.
- Al final va a resultar interesante este viaje - me replica, susurrando mientras muerde suavemente mi oreja y me acaricia la nuca.
- ¿También vas a la fiesta? - le pregunto, bajando mis labios por su cuello, en dirección sur, hacia su escote.
- Si. Pero, recuerda que debes mantenerme distraída. ¿Cuántos pisos quedan? - pregunta, mirándome fijamente a los ojos comprobando mi reacción, mientras libera mi brazo y con la palma de su mano, me acaricia por encima del pantalón, mientras echa ligeramente el cuello hacia detrás aceptando mis besos explorando su escote.
- Piso 40. ¿Ves? Mi táctica funciona - le digo acariciando su pecho por encima de la tela del vestido.
- Y la mía, también. No queda nada para llegar, ¿verdad?...
- Muy poco -le contesto. Justo antes de coger su nuca y atraer sus labios otra vez hacia los míos dispuesto a ponernos azules por la falta de oxigeno. Un beso de los de película, que ella se esmera en replicar. Las lenguas buscándose en una danza frenética. Los dientes aplicándose en mezclar placer con la dosis justa de dolor.

Su cuerpo reacciona de manera involuntaria, me aprieta contra el cristal del ascensor, su sexo contra el mió. La respiración cada vez más acelerada y el ascensor casi llegando a su destino. De repente, ella se aparta, volviéndome a coger del brazo para no caer. Me mira muy seria y se inclina. Por un instante se suelta de mi, se mete la mano por debajo de la falda y empieza a estirar moviendo las caderas. Un pequeño tanga negro, asoma por el borde inferior de su falda. Piso 58. Levanta un pie, luego el otro. Y me pone el minúsculo trozo de tela delante de la cara.
- ¿Lo ves? - me pregunta sonriendo maliciosa. Mientras me abraza fuerte de nuevo. No puede ver a su alrededor y se concentra en mirarme fijamente a los ojos.
- Casi no. Es muy pequeño y de un precioso encaje. - le contesto sorprendido, mientras de reojo miro el panel de control: piso 60.
- Muy gracioso - replica con un mohín - toma - me dice muy seria, mientras mete el tanga en el bolsillo de mi americana - al terminar la fiesta, te espero en la puerta del ascensor, ya que te necesito para volver a bajar. Pero dado que te gusta jugar, he pensado que voy a jugar un poco contigo.
Me vas a ver en la fiesta, pero te prohíbo acercarte, o soy capaz de bajar andando. Me podrás mirar, me escucharás reír, olerás mi perfume. Cuando estés distraído, pasare cerca para recordarte con el movimiento de mis caderas que te estoy esperando mojada, excitada, y no llevo nada... - y mientras se me insinúa, coge mi mano y la acerca a su sexo por encima de la tela - vas a sufrir durante toda la fiesta sabiendo lo que sabes pero sin poder tocarme - me dice antes de soltar mi mano.

Piso 65. ¡Pling¡. La campanilla nos avisa de que el ascensor ha llegado al final del trayecto. Justo antes de que se abran las puertas del ascensor, ella me acaricia suavemente la mejilla, empujando mi mandíbula inferior con un dedo para ayudarme a cerrar la boca. Se alisa la falda y en unos de esos movimientos tan femeninos se atusa el pelo y recoge su bolso del suelo. Suelta mi brazo y justo antes de salir, se gira un instante para ponerse la mano en el culo y decirme:
- Empieza el juego. Recuerda cual es el premio... ¡Hasta luego listillo!.

Al abrirse las puertas, la música, el humo y el ruido de la fiesta inundan el pequeño cubo de cristal. Ella sale rápidamente, antes de que entren dos parejas en el ascensor.
- ¿Vas a bajar? - me preguntan.
- ¿Eh?, no, no. Quiero salir, por favor - les contesto distraído, mientras meto la mano en el bolsillo de la americana rozando el delicado encaje, acariciándolo, enredando el dedo en el hilo, como si fuese un amuleto y salgo justo un segundo antes de que se empiecen a cerrar las puertas.

Todo lo que sube, tiene que bajar - me digo a mi mismo en voz baja, mientras, al fondo del pasillo, puedo observar un precioso culo que se aleja, insinuante, hacia la fiesta...

 

Comentarios:

Nicolás A. dijo

Hola, Ricardo:
Soy Nico de Valencia. Nos conocimos en la cafetería del parque hará un par de semanas. No encuentro tu email (pensaba que lo tenía apuntado), así que te dejo mi web: http://tengaustedbuendia.wordpress.com/
Espero que coincidamos de nuevo en breve y en persona :-)
Me ha gustado mucho tu relato (también el anterior). Tiene el punto justo de picante y un buen ritmo.
Un abrazo,
Nico

malvarrosa dijo

He disfrutado muchisimo con este relato.
Gracias por compartir tu ingenio, y haceme reir,soñar....
Sigue contando historias...
Un beso.
 

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